Me parece una gran contradicción que el nuevo Premio Nacional de las Letras defienda el estudio obligatorio de las lenguas muertas y le parezca "repugnante" la enseñanza de las lenguas vivas en los colegios.
Cuando hoy he leído a Francisco Rodríguez Adrados me han venido a la mente los personajes de Tim Burton y su fascinación por los difuntos.
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