Al analizar las consecuencias y
la nueva situación general que se produce tras la supresión del derecho de
justicia universal en nuestro país, me han venido a la mente otras noticias de
actualidad, como la anexión Rusa de Crimea
o la casualidad de que este año se cumplan 100 del inicio de la I Guerra
Mundial. La sensación que me produce esta mezcla de información es un “déjà vu”
geopolítico.
En el caso español, abandonamos
la defensa del derecho de justicia por encima de nuestro concepto patrio, ya
que la tutela de este derecho le parece
del todo improcedente a un gobierno que ha visto como los tribunales españoles
han perseguido a lo largo de los últimos años a dictadores responsables de
atrocidades cometidas contra hombres, mujeres y niños que, simplemente
consideraban un peligro ideológico.
Esa necesidad de imponer un nuevo
“Viejo Orden Mundial” parece que responde a una cuestión
de venganza ideológica y política. La justicia, igual que los territorios,
tiene un ámbito geográfico y su extensión también depende de las tensiones o
intereses entre los agentes en juego, así como de la voluntad de los estados de
la defensa de los derechos y libertades. El ejemplo de cómo hacer bien las
cosas, lo tenemos cerca, en la actualidad el gobierno socialista en Francia está
elaborando una legislación de protección de derechos similar a la que se acaba
de derogar en España.
Fuera de nuestras fronteras la
defensa de los derechos también depende de la voluntad de las partes. A pesar
de que a un tribunal se le haya puesto la clasificación de Penal y de Internacional,
muchos países no han firmado ni ratificado los estatutos de esta Corte. El
debate sobre la competencia internacional para juzgar delitos está sobre la
mesa desde la ya centenaria I Guerra Mundial.
Respecto al conflicto en Crimea coincido
con la referencia que Robert D. Kaplan hace en el avance de su artículo Geopolitics and the New Word Order en
la revista Time, de las palabras del Secretario de Estado estadounidense John
Kerry: “Es un comportamiento del siglo XIX, en el siglo XXI”. Volvemos de nuevo
a conductas políticas desfasadas, que también parecen responder a un
sentimiento de venganza, en este caso geográfica.
Seguramente este año mientras
recordemos los detalles del antes y después de 1914, muchas cuestiones nos
sonarán parecidas y mucho más contemporáneas de lo que creíamos. Paradójicamente
las decisiones políticas que nos rodean parecen más anticuadas que las de hace
un siglo, o como mínimo similares.
Me gustaría recomendaros la
sección de la British Library sobre la Gran guerra. Fotografías, propaganda, el
papel de la mujer en la guerra, la Europa previa a 1914,… ¡Una gozada!